Es el árbol,
el que canta cuando el viento lo abraza
y dibuja sombras largas sobre la hierba dormida.
Lo he visto despertar muy temprano,
con un bostezo de ramas
y un murmullo de hojas.
Tiene manos verdes que juegan con el aire
y en las tardes,
como un niño que no quiere crecer,
moldea pajaritos de barro
que vuelan hasta el rio.
En sus ramas el sol toma una siesta,
y cuando llega la noche,
la luna le cuenta secretos de luz,
dejando en su piel huellas de plata
y suspiros de frio.
Es el árbol, sí,
el que sueña despierto,
el que inventa historias para el mundo,
mientras yo, en silencio,
lo miro y pienso
que en su sombra habita la magia
que hace volar mi corazón hasta el tuyo.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Óleo sobre lienzo
Darwin Córdoba
No hay comentarios.:
Publicar un comentario