¿Cuantas horas hemos pasado juntos en este tiempo? Es eso que llaman los padres posmodernos como “Tiempo de calidad”.
Pienso que paso poco tiempo con usted; pero si sumamos el tiempo en que pienso en usted, el que la deseo en silencio, el que la imagino desnuda sobre mí, podría decirse que vivo a su lado.
Viviendo con las limitantes normales de un amor clandestino, debo tener claro que para usted es más difícil todo, a sus miedos y certezas se le suman los inquisidores sociales que predican pero jamás practican. Sé que es más difícil para usted, por eso aprendo a controlar mis monstruos internos, los aprendidos y los heredados, los que parecen normales y los que duelen en la piel.
Aprendo a ser coherente con lo que siempre he defendido, con lo que pienso, con lo que digo. Es muy difícil puedo serle sincero, hay muchas taras que esta sociedad nos ha impuesto a los hombres que parecen ventajas y no son más que lastres. Aprendo por ejemplo que amor es una palabra que sólo existe en nuestra intimidad, que no puede ser nombrada junto a nuestros nombres. Que verla no es lo mismo que mirarla, que verla a mi lado es un milagro el cual he aprendido a valorar con todos mis sentidos y que mirarla, sobre todo cuando está con él, es un dolor que debo controlar y pasar junto a usted con mi sonrisa recién planchada.
Cuanto se aprende en este laberinto-vida en el cual me pierdo aún, no importa que lo haya transitado tantas veces. Aprendo por ejemplo que no puedo hablarle cuando quiera, más aún que así quiera es mejor no hacerlo, no importa que las palabras fluyan cuando está a mi lado, por eso le escribo, pues al escribirle al menos desahogo tanto silencio, por eso mis letras gritan, destilan sentimientos, sangran por usted, ya que debo morderme los labios para no ponerte en evidencia. Aprendo a disimular.
Aprendo a entender que duerme a su lado que incluso hace el amor, por eso valoro tanto el tiempo en que puedo amarla con más que mis palabras y mis letras, porque sé que soy para usted como una explosión de pasión, de encanto; donde puede ser usted, donde puede reír, amar, sentir, ser conmigo lo que se le ocurre ser, para sobrevivir su vida en la “normalidad”.
Soy su ruptura en la rutina, lo prohibido, lo oculto. Soy su amante, mejor título no podría existir, no pido más. Sólo quiero estar allí cuando usted me necesite y con esos besos borre todas mis dudas al menos hasta que vuelva a estar a mi lado y pueda amarla como he aprendido a hacerlo.
Pero lo que he aprendido sobre todas las cosas, es que no es mi secreto sino mi más hermosa realidad, somos realidad, no una realidad paralela, simplemente una realidad. Por eso mi amor no tiene por qué darme nada, porque nada le pido, porque tengo claro que de lo que nos damos cuando estamos juntos nadie le da ni me da, jamás.
Que belleza de escrito
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