jueves, 2 de octubre de 2014

SANTA LUCIA






Domingo negro
Lluvioso domingo
Sombra de invierno

Que sombra
Sombra eres
Oscura sombra
Sombra en mi cerebro
Sombra en mi cuerpo
En mis ganas de no hacer nada


Sombra negra
Negra mancha
De ese domingo
Que me pone a pensar
Que ya tu sombra no pasa
Por entre las sombras
De mis cuarteles de invierno.


I
Recuerdo el día en que todo comenzó, lo cierto es que tuve la sensación de que algo iba a cambiar. Al principio todo fue normal, la rutina diaria. Despertar, el saludo de todos los días - monótono casi sin palabras- el estremecedor contacto del cuerpo con el agua fría, escoger lo que me iba a poner. El mismo Jean descolorido del día anterior, la camiseta blanca, el buzo negro, la chaqueta roja y azul y la ruana de lana.


Hacia mucho frío, caía esa llovizna que emparama ayudada por el viento y me dispuse a salir. Tuve la sensación de que algo me esperaba a mi llegada, ese no sé qué, que recorre las entrañas y que algunos llaman corazonada se apoderó de mí mientras abordábamos el taxi que nos llevaría al colegio de los niños.


No sé por qué estaba tan atento, la verdad es que a mí esas actividades nunca me han llamado la atención, me aburren y más un domingo a las 8:30 de la madrugada, pero estaba allí haciéndome el gracioso en medio de un día gris y lluvioso.



II
Debo confesarles que los acontecimientos me tomaron por sorpresa, es que de repente el día oscuro y lluvioso se tornó en un medio día soleado y acogedor, los niños revoloteaban y los padres ansiosos bebían chicha y cerveza y hasta unos cuantos comenzaron a tomarse unos tragos de aguardiente, los kioscos de comida se abarrotaron de gente y los núcleos de familia organizaban su tribu para devorar los platillos.


Yo había hecho lo propio, es más me había dispuesto a acabar de almorzar para dar la orden de retirada; al fin y al cabo indio comido, indio...
 
Lo que sucedió a continuación no tiene nombre ni explicación coherente alguna. Estoy a punto de creer que alguna mentalidad extraterrena se divirtió conmigo propiciando todo eso, pero solo sé que me levante de un solo empujón cuando la miré asomarse en medio de la gente, me abrí paso entre todos y la salude con un beso en la mejilla y ella me respondió con un abrazo, de pronto todo se torno de colores, era algo así como la llegada de la televisión a color luego de mucho tiempo de mirar en blanco y negro, me despertó la música, esa música que se escapa casi todos los días de mi recuerdo y cuyo ritmo y letra es universal e inteligible, que se acopla a cualquier ritmo o volumen y que suena desde ese día, cada vez que me asalta la nostalgia.
 
Todo giró en un torbellino rápido, recuerdo su risa, su risa música sensual y aniñada que parece ser el motor de todas mis acciones desde ese domingo de invierno con sol.


III

Como una mariposa que bate sus cuatro alas fibrosas dejando un halo de luz por donde pasa, como un sueño que había soñado una y otra vez durante no sé ya cuanto tiempo, estaba allí. Nadie sabía del encuentro que estaba por suceder, nadie, ni las brujas.

Las hojas jugaban en las esquinas movidas por remolinos de viento y las voces se tornaron en un susurro, susurro sin palabras, susurro de miradas. Ojos castaños, pelo de cobre. La tarde caía deslizándose por su cuerpo de gata, su risa resonaba ocupando todo el espacio, su voz cubrió el aire y de pronto nada se movía.

- ¿Bailamos?

- Vamos

De tu querida presencia, Comandante Che Guevara...


Se acercó lentamente, como en un cuento de hadas todo desapareció, no había nada y su mirada se posó repetidas veces en mis ojos, el entorno era de estatuas que instantes antes eran hombres, mujeres y niños.

Pero no había nada, solo estábamos ella y lo que desde ese momento empecé a ser yo.

Todo fue lento, primero se posó frente a mis ojos, ojos castaños, cejas de cobre, luego su boca se adelantaba y se abría y los ojos se miraban y los labios se convertían en fruta, fruta prohibida. Primera vez, inolvidable primera vez, de un beso que no era apasionado, ni sensual, ni furtivo y a la vez era todo eso junto y ese instante de un segundo del roce de unos labios se hizo eterno.

Solo entonces se oyó su risa y los pies encontraron el suelo, solo entonces las miradas inquisitivas se clavaron en mi espalda. Los brazos se juntaron amorosamente y no dejamos de mirarnos a los ojos.


Por segunda vez esa música se apodera del entorno, esa música que viene desde el principio de los tiempos, ritmo sutil y más antiguo que el hombre, un aire viejo que se metió en mis poros trayendo recuerdos ancestrales y olores añejos, cascada de cabellos de cobre, silencio de música en mi cuerpo.

IV

En la intimidad de su habitación se entremezclan los sentidos y los besos, me sumerge en universos conocidos e insondables y mis manos cabalgando entre los sueños buscan en su geografía la tibia humedad de tus adentros. De improviso surge de la nada una pasión incontrolable un ritmo nuevo que se funde con el viejo, el aire de vals es ahora heavy metal, sus ojos brillan mientras nuestros cuerpos se bañan en una lluvia de sueños, sueños posibles, dulces sueños.

La música suena por tercera vez en un mismo día, una flauta ancestral que llega desde míticos templos, una música de taitas y chamanes escapados del destierro, mientras ella se convierte en un símbolo vivo del amor.

Luego, como una costumbre que duele en la piel, en el deseo, los líquidos burbujean cobrando vida extraña y un olor que se convertirá en símbolo de ese amor de fuego que me acompaña desde ese día para siempre.

La fiesta en la casa de los mitos se suspende y yo regreso de nuevo a la isla de mi realidad. Miro reflejada en un charco la figura del ser en el que me he convertido desde ese domingo de invierno.


V

Cuando terminó la película salimos a la calle, escuchó su palpitar mas claro que las palabras que brotaban de mi boca sin remedio. Mis primeras dificultades comenzaron cuando intenté darle explicación a lo que estaba sintiendo, a través de un grupo de ideas encontré el camino hacia una disculpa por lo ocurrido ese domingo de hermosos recuerdos.

Que era mejor seguir siendo amigos, que fue culpa del trago, de repente apareció la luz de su casa tornando de un mágico color su rostro pálido. Todo estaba dicho, no podía repetirse esa locura, mis hijos, su hijo, nuestra linda amistad, mi amor platónico, porque saben, no hay nada mas duro que lograr acercarse tanto a un amor platónico, tocar el cielo con las manos es la premonición de una dura caída. Porque un amor entre los dos era impensable, inaguantable, incalificable, inconstitucional... Pero a la larga fue irremediable.
VI

Miré sus ojos húmedos y la seguí, el amor se me salió por los poros, por los ojos en un mar de lagrimas que no podía contener, subimos de nuevo a su cuarto donde sin prisa pero sin pausa nos amamos, nos besamos, nos saboreamos como si fuera él ultimo deseo de un moribundo, como si supiéramos que con el sol de la mañana se iba a acabar el sueño, como queriendo dejar grabado en nuestros cuerpos ese amor que jamás seria un amor sereno.

Todos ignoran la forma en que nos hicimos uno, no el uno para el otro, ¡nos hicimos uno!. Respirando el mismo aire, bebiendo el sudor de nuestros cuerpos, alimentándonos de sueños, drogándonos con nuestros propios fluidos, bañándonos de tiernos deseos.

Aprendimos a hacernos el amor todo el tiempo, a desnudarnos hasta de nuestros complejos y entonces fuimos libres, felices y bellos, porque la belleza no es física la belleza es poder despertar y mirarse en sus ojos castaños y enredar la mano en su cabello de cobre, la belleza es escuchar la primera palabra de sus labios y terminar el día con un beso de su boca.

Mientras tanto yo la miraba placida en su sueño, tenía miedo de que ella despierte, lloraba en silencio, lloraba por que sabía muy adentro que eso iba a terminar y que todo regresaría a la normalidad.


VII

No estoy en condiciones de expresar con simples palabras el por qué de mi destierro, cuando llegue el momento, tal vez lo sepa y entonces lo diré.

He sido compañero inseparable de lo insólito, de lo irreal, de lo quimérico, he trasegado por mares de utopía y he emprendido batallas contra molinos de viento, quedándome solo al final de este trasegar.
A la sombra de un sueño camino en contra vía de aquellos que lo han olvidado todo y se ocupan solamente de sobrevivir, ignorando que son sólo sobrevivientes, me aleje, si lo acepto, de la dama de mis sueños, de la mujer que dejo todo por mí, dedicando mucho tiempo ha inventar cosas y palabras que me hicieran feliz, mujer-magia, mujer-vida, mujer que se entrelaza en mis mas hondos deseos, mujer que dejo libre, aún atado a su recuerdo, que lloro en silencio y que prefiero libre y feliz aún con otro, otro que pueda construir el castillo de sus anhelos, otro que me robe su presencia, así ella forme parte para siempre del aire que respiro, del agua que mitiga mi sed, del amor de mis amores. Pues ella ha retornado a su pedestal de amor platónico, de deseo quimérico, un sueño del cual he despertado y por eso no estoy sufriendo porque muy en mis adentros sé, que somos para siempre uno, no el uno para el otro, somos por toda la eternidad uno, un solo ser en dos polos extremos.

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