dicen que el cerebro humano,
como una acción de protección,
se encarga de borrar muchos recuerdos.
Pero recordarte es algo completamente diferente.
Recordarte esta implantado en la impronta misma
de mi proceso neuronal.
Forma parte de mi ADN.
No me importa si lo dijo Freud o Jung
o si fue cualquier interprete de sueños.
Tu estas en al base primordial de mis recuerdos.
En las mañanas de cada día,
día tras día,
te apareces con tu enorme sonrisa
copando mi memoria.
El olor del sol en el aire fresco
me lleva a la imagen inconfundible
de tu escote.
El sabor de los gajos de mandarina
me llevan inmediatamente
a las noches enteras construyendo,
ese posible futuro que soñamos juntos.
Las tardes en que llueve a torrentes
me trasportan a los días en que
jugábamos en los arroyos
al pie de los andenes,
empapándonos de risas y de besos.
Las veces en que a mitad de la noche
me despierto,
mi mente te descubre desnuda junto a mi cuerpo,
entonces yo solo existo para amarte hasta que recobro el
sueño.
Un día, quizá una noche, de repente no vuelva más a molestar a tu recuerdo.
Ese día miraré el brillo de las alas de una multicolor
mariposa
que me hará vivir otra vez ese momento,
en el que bailamos juntos sin importar el tiempo.
Ese día, tarde o noche,
ya no importará que el cerebro borré
uno o más hechos,
porque volveré a ser parte de lo vivido,
iluminaremos la noche con las manos,
opacaremos el sol con nuestros besos,
o simplemente nos dejaremos arrastrar como cenizas en el
viento.
Jorge Narváez C.
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