miércoles, 23 de julio de 2014

ANATOMÍA DE UN SUEÑO



Recordar no siempre es fácil,

dicen que el cerebro humano,

como una acción de protección,

se encarga de borrar muchos recuerdos.



Pero recordarte es algo completamente diferente.



Recordarte esta implantado en la impronta misma

de mi proceso neuronal.

Forma parte de mi ADN.



No me importa si lo dijo Freud o Jung

o si fue cualquier interprete de sueños.

Tu estas en al base primordial de mis recuerdos.



En las mañanas de cada día,

día tras día,

te apareces con tu enorme sonrisa

copando mi memoria.



El olor del sol en el aire fresco

me lleva a la imagen inconfundible

de tu escote.



El sabor de los gajos de mandarina  

me llevan inmediatamente

a las noches enteras construyendo,

ese posible futuro que soñamos juntos.



Las tardes en que llueve a torrentes

me trasportan a los días en que 
jugábamos en los arroyos

al pie de los andenes,

empapándonos de risas y de besos.



Las veces en que a mitad de la noche 
me despierto,

mi mente te descubre desnuda junto a mi cuerpo,

entonces yo solo existo para amarte hasta que recobro el sueño.



Un día, quizá una noche, de repente no vuelva más a molestar a tu recuerdo.



Ese día miraré el brillo de las alas de una multicolor mariposa

que me hará vivir otra vez ese momento,

en el que bailamos juntos sin importar el tiempo.



Ese día, tarde o noche,

ya no importará que el cerebro borré 
uno o más hechos,

porque volveré a ser parte de lo vivido,

iluminaremos la noche con las manos,

opacaremos el sol con nuestros besos,

o simplemente nos dejaremos arrastrar como cenizas en el viento.
Jorge Narváez C.


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