Qué haríamos los dos, mientras todos están dormidos. Quizá pasear en medio de las calles vacías, reír a carcajadas y que el eco retumbe en las paredes mientras caminamos tomados de las manos.
O tal vez caminemos de puntillas junto a la puerta de tu casa para que nadie sepa que hemos llegado casi al amanecer, tratando de no hacer ruido, a pesar de las risas que tratamos de ocultar con nuestras manos o con un beso, para no despertar a nadie.
Vos y yo, convertidos en amantes clandestinos, rompiendo cadenas y derrumbando prohibiciones ajenas y los miedos personales para darle rienda suelta al amor. Dejando que el silencio y la luna en medio de esas nubes sean nuestros cómplices en esta noche y para siempre.
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