Como si las yemas de mis dedos se hubieran derretido en el calor de tu cuerpo, sin poder sentir, sin poder tocar.
Nada duele más que no sentir -Nada duele más que no sentirte-. Como si fuera un fantasma y mis manos pasaran como aire, como viento.
Nada duele más que querer tocarte en el recuerdo, en el reflejo de lo que la piel aún lleva grabada.
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