No sé qué me separa más de ti,
no sé qué me duele más
si el camino que recorro por más tiempo
o los años que me acercan a la muerte.
Que cerca te pones de mis sueños
y que lejos estás de mis días,
que estruendoso silencio
trajiste hasta mi suerte.
Yo que ya quería contar mis propios cuentos,
justo cuando había guardado mi capa de héroe desgastado,
justo cuando transitaba por
mis campos y nostalgias,
con mis anclas y mis vasos medio llenos.
Hoy me traes y me llevas,
me quitas y me pones,
me arrancas y me elevas,
vienes a romper mis miedos
con tu canto de luna llena,
con tus silencios prolongados
y tus monosílabos.
Con tu sombra proyectada al lado mío,
borraste las marcas que he dejado en el camino,
las rutas delineadas,
los hitos y linderos,
dejaste de un soplo en el olvido
la suerte que ya estaba echada.
No sabes que gracias a tu sonrisa
-casi inocente-
Me puedo perder si no te encuentro
o me puedo encontrar
-por fin-
Si no te pierdo.
No sé si es peor, quedarme o volver de mi destierro,
solo déjame mirarte con mis ojos de niño,
con el asombro que me causas,
porque es hermoso encontrarte
-y reencontrarme-
después de tanto olvido.
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