Las gotas de lluvia caen sobre el tejado y escucharla lo relaja, da vuelta hacia la pared se acurruca y sigue durmiendo. Solo el silencio roto por el agua musicaliza este espacio, poco a poco se va quitando el sueño, el techo tiene una filtración de humedad que en época de lluvia deja caer gotas marcando el tiempo como un reloj de péndulo. Estira los brazos, un escalofrío recorre su cuerpo y solo entonces vuelve a tejer uno a uno en su cerebro, los hechos de este día que empieza.
Hoy es el día 2.880 allí en la pared tiene marcados los 96 meses. Cuando llegó empezó a contar los días, pero al mes empezó su rutina de la celda de castigo, 3 días por semana, 12 días por mes, eso es exactamente el 39.583 % de sus días aquí dentro, confinado en un hueco de 1.92 metros cúbicos.
Sin embargo el brillo de sus ojos no ha cambiado nunca, es el mismo de las clases de matemáticas en el colegio donde hacia alarde de su destreza con los números y que sumado a su facilidad de palabra pronto lo llevaron a ser el líder de su grupo de amigos y con los años el responsable de su grupo de compañeros de lucha.
Hoy regaló las 2 colchonetas, las 2 cobijas, el radio y el ajedrez.
¿Cómo será su vida allá afuera después de tantos años, cómo estará su gente, cómo serán las calles y los días?
Ya tiene fríamente calculado lo que hará, tuvo 96 meses de su vida para planear este día, solo este día, porque de lo demás que sea lo que Dios quiera. 8 años calló, guardo, soportó, 8 años, en los cuales hasta su nombre perdió, porque eso fue parte de la trama de su propia novela.
Cuando entró tenía 17 años, pero esa cédula que portaba decía que tenía 21, un documento de identidad que se le había hecho para otra vuelta y a ese nombre se le impuso la pena de 17 años y 6 meses.
96 meses con todas sus semanas ha pasado aquí, sin siquiera recibir una visita, 2.880 días con sus noches, tiempo suficiente para planear minuto a minuto este momento.
II
El pabellón lo tiene organizado desde que ganaron de golpe de mano el respeto de presos y guardianes, cada rincón organizado y limpio con una guardia interna y una disciplina militar para cada cosa que se realiza, nada ha escapado de su control; se le pregunta sobre cada acción que se realiza en el patio, esto le ha dado un estatus especial entre los presos y le ha costado el odio visceral del Director y el precio sobre su cabeza ofrecido por más de un enemigo.
Fuera del patio habitan en aquella pocilga 5.692 personas de aspecto abandonado, de facha repulsiva, con todos los estigmas de la enfermedad y la miseria, con un color enfermizo en un ambiente abandonado, inhóspito, indigno de personas humanas, allí no entra solo el hombre, también el delito y se multiplica como una bacteria.
Pero hoy sale de aquí, la boleta de salida dice eso y tiene hasta las 4 de la tarde para hacerla efectiva porque la vuelta se hizo pero si se confirma en el juzgado después de las 4 de la tarde, se sabrá que es más falsa que un billete de 3 pesos. Se la entregaron ayer, le costó todos los ahorros de sus 7 últimos años, le llegó en medio de una docena de las últimas notificaciones del juzgado y el guardia de turno le cobró sus últimos cigarrillos para dejarlo notificar después de las 5 de la tarde de ayer y permanecer en silencio.
Muy a las 8 de la mañana hizo confirmar la boleta en el juzgado donde la flecha respondió el teléfono y confirmó la autenticidad del documento y rió a carcajadas con el jefe de la guardia celebrando su último día de trabajo antes de la jubilación.
A las 10 de la mañana ya todo el mundo sabía de su salida y sus amigos, quienes heredaron sus pertenecías, hicieron una doble tarea de seguridad, porque era muy probable que intentaran darle antes de salir.
Su mejor amigo en esos años se puso a organizar su escolta pretoriana y mando unos billetes a la guardia para que estén pendientes de cualquier situación sospechosa. Sin embargo todo trascurría con absoluta pasividad.
Las 11 a.m. se dirige a la garita de la guardia, acompañado por 10 miembros de su primer anillo de seguridad, lo entregan en la puerta donde dos guardianes lo requisan y lo hacen pasar a un corredor de aspecto de hospital tercermundista con olor a cloro y trapeador sucio.
A la dos de la tarde llega la secretaria del penal, una señora cuarentona con aspecto de sargento de la SS que lee la boleta, hace el trámite y escribe sin siquiera mirarlo, solo lo mira para decirle: Agradezca que no está el director, porque él hubiera encontrado alguna cosa para mantenerlo más tiempo aquí, pero como yo estoy encargada y aburrida de usted, le voy a firmar la salida.
A las 3 y 45 de la tarde empezó su recorrido a la puerta de salida, los guardianes más antiguos se despiden con una sonrisa o un leve movimiento de su cabeza, solo el guaria de la puerta, tal vez el ser más cruel que haya conocido en estos años, lo miró y le recibió la boleta y le dijo: Boleta falsa.
Sintió que un frió mortal le recorrió el cuerpo de pies a cabeza, pero no se dejó amedrentar. No joda guardia con eso no se juega, respondió con voz de mando. El guardia lo miró de nuevo y soltó una carcajada estruendosa.
Le puso el sello de salida en el brazo izquierdo y le cerraron las puertas a sus espaldas. A las 4 y 15 de esa tarde de sol, estaba caminando hacia la libertad.
Caminó cerca de 5 kilómetros hasta que encontró quien lo lleve, en su bolsillo tenía 3 monedas y en su cara una sonrisa de satisfacción y nerviosismo, a las 6 p.m. cruzo caminando la frontera y sintió que había coronado.
Llegó como siempre mandando la parada y aún con ese estigma de ex presidiario logró conseguir quien lo saque de ese lugar, subido en la cabina de un dobletroque emprende un viaje que en 14 horas lo volverá a enfrentar con su realidad de nuevo, a enfrentar fantasmas, razones y culpas, amigos, familiares y compañeros, posiblemente un juicio de la organización, en 14 horas estará frente a frente con su pasado y solo entonces sabrá si valía la pena toda su pena.
III
Lo dudó por un momento pero marcó el teléfono, sonó 5 veces y le respondió su hermana, el calló un instante pero con voz firme le dijo que se vieran en la salida del colegio que ella estudió, en el parquecito donde comían helados frente a los 3 arboles de pino en una hora.
20 minutos antes ya había recorrido el lugar y sentado en una cafetería que habían colocado donde antes estaba una tienda de barrio, se tomó un café y espero con paciencia, la misma paciencia de los últimos 8 años.
Ella descendió del taxi, la reconoció de inmediato así haya cambiado de color de pelo, una alegría humedecida por las lágrimas marcó el encuentro entre los dos hermanos. Su madre había muerto hace 2 de años, su hermano menor estaba en el ejército, recién había ascendido a teniente y a él lo declararon muerto 3 meses después de que murió su madre. Cerró la charla familiar con una carcajada sonora y asegurando que: Aún no han podido conmigo, sigo vivito y coleando y con mucho por dar de que hablar.
Ella salió con la tarea de encontrar a un par de amigos de los viejos tiempos y con la cita para dentro de una semana en la cafetería del centro comercial que construyeron en el lote donde antes llevaban a jugar a su hermano.
La acompañó hasta el taxi la despidió con un abrazo, ella le dejó 20 mil pesos en el bolsillo de su pantalón, él se sonrojó pero la verdad los necesitaba, cuando el taxi estuvo suficientemente lejos se dejó caer en la banca del parque y entonces lloró como no lo hizo nunca en los últimos años.
IV
Se reunieron 5 veces para planear el operativo, 3 de sus viejos compañeros 4 nuevos amigos necesarios para la tarea y él, 8 personajes de novela, cada uno con su propio cuento que contar pero todos jugados por la oferta que les hizo.
Esta mañana se reunieron para hacer las últimas averiguaciones sobre el tema, solo él y su mejor amigo saben dónde y que es lo que buscan, los demás solo saben que si resulta esta vuelta podrían cambiar muchas cosas. Todo está listo, organizado como le gusta. Paso a paso hace en su cabeza el croquis del sitio y lo que cada quien deberá hacer, como un obra teatral cada quien encaja a la perfección, porque esto lo ha planeado desde el momento en que terminó el operativo en el cual lo capturaron, sabe dónde como y cuando dejo todo para poder recuperarlo, recuerda cada detalle, lo recuerda todo porque fue el momento en el que mataron a su compañera. 8 años calculó matemáticamente cada hecho, cada palabra, cada rincón del sitio en cuestión, no en vano en la celda de castigo en la obscuridad absoluta, su cerebro recreaba cada minuto de ese día, para no perder la cordura hizo este plan que hasta este momento marcha viento en popa.
Dos camionetas 4x4 los llevan, salen con una diferencia de una hora, se encontraron en un restaurante a la entrada del poblado a las 10 de la mañana y se bebieron un par de cervezas frías antes de salir al lugar.
El paisaje ha cambiado, pero no lo suficiente para no reconocerlo, el árbol que es la clave para encontrar el lugar ya no está pero las 2 piedras de la ladera del frente aun señalan el lugar, comienzan a cavar en turnos de 2 hasta que tocan el tubo de cemento en el cual el guardó el resultado del robo a un carro de valores hace 8 años.
Junto a los restos de su compañera hay tres tulas de lona que sacan de inmediato, él arregla los restos en una urna de madera que él mismo hizo, la verdad todo está planeado para este momento, el contenido de las tulas era insubstancial. Tomó con sus manos cada parte de ese cuerpo carcomido por el tiempo y la humedad, sus lágrimas no pudieron evitar llenar sus ojos y recorrer su cara.
Uno de ellos gritó: Hijueputa esta vaina está hecha polvo…
Una tula llena en su momento de dólares, estaba llena polvo y de pequeños trozos de papel, no había un solo billete completo.
De las otras dos tulas se pudieron salvar 28.000 dólares, que sacando los costos del operativo, dividió entre los 7 de 3.000 dólares a cada uno. Él se quedó con la urna de madera.
En el restaurante compraron una botella de aguardiente porque para viajar con un difunto hay que echarse un trago, dijo uno de ellos.
2.936 días pasaron para que el entregara en la casa de ella sus restos y una nota que decía: Pasarán los días y los años pero el amor que nos unió jamás terminará, pido perdón por no haber podido devolver sus restos antes pero al fin pude hacerlo. Denle ustedes un sepelio digno porque lo último que me pidió fue que la lleve de nuevo a su casa, donde fue feliz y donde aprendió que por la vida vale la pena dar la vida misma.
Interpreto tu escrito y quedo maravillada. Felicidades amigo Jorge
ResponderBorrarMuchas gracias
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