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miércoles, 20 de noviembre de 2024

LLUVIA


 

Cae la lluvia, pausada,

como un aliento primigenio que dibuja, 

gota a gota, mapas invisibles 

sobre la piel callada de la tierra. 

Sus dedos tocan raíces dormidas, 

las despiertan en susurros de agua. 

 

No llora el cielo, no, 

solo recuerda el río que partió, 

la promesa del rocío que nunca se cansa, 

y en su lengua de nube murmura 

a los surcos abiertos, 

a la tarde que espera el milagro 

de lo que germina en el silencio. 

 

La tierra respira hondo, 

las hojas, cansadas del olvido, 

beben la luz líquida 

que trae la lluvia consigo. 

 

Barro y canto se entrelazan, 

y el agua, como un velo vivo, 

acaricia los cabellos verdes de la montaña. 

Construye la lluvia, 

teje en su caída el eco de los ancestros, 

un llamado hondo a sembrar vida, 

a habitar la tierra con memoria y deseo. 

 

Bajo su gris manto, 

los colores sueñan su regreso, 

la danza de la vida florece, 

y nosotros, hundidos hasta los tobillos en el barro, 

escuchamos el susurro más puro, 

la voz misma de la tierra que canta. 

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos

Samaniego
Darwin Córdoba


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