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viernes, 8 de noviembre de 2024

CARTAS DE AMOR 42

Mi Señora Bonita

 

La llamo mi señora, mi señora bonita, no por los años que lleva el tiempo en sus ojos ni por los días y noches que puede contar en su vida. No, faltaba más. La llamo así porque su presencia es digna y su andar es de reina, porque en cada gesto se encuentra un amor que no sabe rendirse, porque hay en su mirada el fuego de una reina que conoce sus reinos. Es señora y dueña de este corazón que ya no es mío, de mis noches pobladas de sueños que sólo usted gobierna.

 

En el templo de mi vida, es la imagen a la que ofrezco cada latido. Es ama y señora de los pensamientos que se arremolinan en mis madrugadas, de esos silencios llenos de preguntas que solo su mirada responde. Su dignidad es el faro que guía mis pasos, y su amor, la hoguera que anhelo en mis inviernos.

 

La llamo Señora porque la amo con una fuerza que ni el tiempo ni la distancia logran amainar; porque en su nombre encuentro el peso de cada promesa que no necesita ser dicha. Usted es la fuerza indómita que me sostiene, la única voz que determina mi suerte. Y mientras exista, mi señora bonita, dueña de mis sueños y mis desvelos, no habrá poder en esta tierra que me haga renunciar a este sueño infinito de amarla.

 

Seguiré aquí, atrapado en esta dulce condena de su amor, con la certeza inquebrantable de que no hay nada en el mundo que pueda arrancármela del corazón.

 

Suyo,

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos

Fotografía de Fabio Martínez


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