Te extraño
La lluvia cae
como una súplica muda,
llenando el espacio vacío
que dejaste,
cubriendo la tierra con un manto
de agua que sabe a tu ausencia.
Cada gota,
al estrellarse contra el suelo,
murmura tu nombre en una lengua
que solo el viento entiende.
Hay en el cielo una tristeza antigua,
un cansancio de siglos, y en mí,
un deseo que arde en medio de este frío.
Tu recuerdo es un eco de pasos
sobre charcos que no se desvanecen.
El agua serpentea por las calles
como lo hacían tus dedos por mi piel,
y en ese fluir, en ese vaivén incesante,
intento aferrarme a la sombra de lo que fuiste.
Te busco en el retumbar de la tormenta,
en el susurro del viento
que me trae la fragancia lejana
de tus palabras no dichas.
Te extraño.
El agua se acumula en los rincones de la casa,
inundando cada grieta con una espera interminable.
Y mientras las gotas se deslizan,
yo sigo imaginándote al otro lado de esta lluvia,
mujer ausente, perdida en algún rincón del tiempo,
donde quizás también escuchas
cómo llueve mi deseo.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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