Sonata
Sólo la música se asemeja a tu
risa,
que como un río escondido
entre los pliegues del
bosque,
se desliza silenciosa y luego
estalla,
rompiendo la quietud con su furia
de agua.
Tu risa, torrente que se abisma
en cascadas,
lleva consigo el canto de las
aves,
el murmullo del viento entre las
hojas,
el eco de la vida misma
que se despliega en su curso.
Es una risa sin límites,
que atraviesa la noche y sus
sombras,
que desgarra el velo del
silencio,
abriendo paso a la luz,
a la claridad que despunta en el
alba.
Es el rumor de las montañas,
la voz de la tierra que se
despierta,
el grito de la aurora que
desata
el caudal de un nuevo día,
el fulgor que todo lo ilumina.
Y cuando ríes,
todo el universo se condensa en
ese instante,
en el latido único de tu
ser,
en la chispa que enciende el
crepúsculo,
que prende el horizonte en llamas doradas.
Tu risa es el alma de mi día,
el pulso del tiempo que se
despliega,
la melodía que inunda mis
campos,
el reflejo de una eternidad
que se anuncia en cada destello
de tu sonata.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario