Hasta tu mal genio
No sé qué tiene tu enojo,
esa furia que surge en un suspiro,
que al desbordarse en tus labios,
me sacude, me toma por asalto.
Hay en tus ojos un fuego
que arde en la calma de la rutina,
una chispa que se enciende
cuando el mundo no sigue tus pasos.
Y es entonces,
en ese instante en que la ternura cede,
cuando descubro
que hasta tu mal genio es sensual,
que la pasión en tus palabras cortantes
me atrae con la fuerza de lo inevitable.
Tu ceño fruncido,
esa mueca que intenta ocultar
lo que no dices pero sientes,
es un espejo en el que veo
la belleza de lo imperfecto.
No te pido que cambies,
ni que apagues esa llama
que te hace tan única, tan real.
Porque en cada gesto airado,
en cada pequeña tormenta,
encuentro la dulzura oculta
de quien ama sin tregua ni descanso.
Y es ahí,
en el filo de tu carácter,
donde se esconde la magia,
donde el amor se vuelve incendio
y el deseo, remolino.
Déjame navegar en ese mar agitado,
que es tu genio,
donde las olas de tus emociones
me arrastran sin piedad,
hacia la certeza
de que hasta en tu enojo,
encuentro el más sensual de los refugios.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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