A veces,
las palabras juegan a ser hojas,
que se desprenden de los árboles
y flotan como mariposas en el aire
intentando llegar a ti.
Otras veces,
son semillas testarudas
que buscan el suelo perfecto
en el rincón más suave de tu risa.
Se esconden allí,
donde tu voz las arropa,
y despiertan en flor.
Pero, amor,
las palabras nunca son suficientes.
Se tropiezan,
se deshacen,
se pierden en los laberintos del aire.
Quisiera inventarlas,
fabricarlas con el barro de mis sueños,
que tengan tu color,
tu aroma,
tu forma.
Quisiera que fueran agua,
sed,
y al mismo tiempo,
el abrazo que te encuentra
y nunca te suelta.
Porque cuando callo,
mi silencio también te llama,
y en ese silencio,
crecen las palabras
que aún no sé decir.
Quiero las palabras correctas,
las que definan la luz de la mañana,
las que te canten al oído
canciones de amor y arrullos.
Quiero las palabras que te digan
con certeza,
que te amo.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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