Lenguajes
Tus ojos me hablan de lo que callas,
de los secretos que yacen
como la bruma sobre la montaña,
como quien cuida la llama temblorosa
en la hondura de la tormenta.
Lo que me dicen tus ojos
es una verdad de campo y de niebla,
una desnudez que fluye en el viento,
se oculta entre las hojas,
y solo al caer la noche
deja su rastro en la luz perdida.
Lo que me cuentan tus manos
es un lenguaje de raíces antiguas,
hecho de tactos que rozan la tierra,
de promesas susurradas al viento,
de abrazos que hunden su sombra
en el canto de los ríos profundos.
Lo que me cuentan tus manos
no son palabras,
sino el eco de un bosque lejano,
ese que se desliza entre tus dedos
como el agua clara,
como un río que en su silencio
nunca deja de fluir.
Amo tus ojos, no más que tus manos,
porque son el preludio divino de tus besos,
la razón de ser de este trasegar
detrás de tus caricias;
son los que marcan el camino
de una noche serena,
noche hermosa de piel y desvelos.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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