Cuando yo ya no esté
Cuando yo ya no esté, la casa será un refugio
vacío de ecos y de sombras.
El reloj en la pared marcará horas
que no tendrán destino ni espera.
Las sillas estarán en su sitio,
inmóviles como un adiós que nunca se dijo.
Cuando yo ya no esté, los libros acumularán polvo,
sus palabras, detenidas en páginas
que nadie volverá a leer con los ojos
que un día iluminaron su sentido.
El viento golpeará las ventanas,
trayendo recuerdos en forma de hojas secas,
mientras el silencio ocupará cada rincón,
tejiendo su manto sobre todo lo que fue.
Cuando yo ya no esté, el jardín seguirá creciendo,
ajeno a la ausencia,
y las flores abrirán sus pétalos
como si la vida continuara,
ignorando que falta una mirada
para admirar su belleza.
Cuando yo ya no esté,
tal vez encuentres en el último cajón
una carta sin firmar,
con palabras que nunca pronuncié
pero que ahora resonarán en tu alma
como una verdad tardía,
como un adiós sin retorno.
Y en esas líneas,
entre el papel y el tiempo,
tal vez descubras que nunca me fui,
que en cada rincón de esta casa
y en cada latido de tu memoria,
seguiré habitando,
silenciosamente,
cuando yo ya no esté.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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