Despedirme no quiero
Despedirme no quiero de los días dorados,
ni de las noches serenas bajo el manto estrellado.
Despedirme no quiero de los sueños y anhelos,
que en silencio germinan en el jardín de los cielos.
No quiero decir adiós a la brisa ligera
que acaricia mi rostro en la tarde primera.
No quiero dejar atrás los susurros del viento
que cuentan historias de un tiempo ya lento.
Despedirme no quiero de las risas compartidas,
ni de las lágrimas dulces que nos dieron la vida.
Despedirme no quiero de los rostros queridos,
que en mi memoria laten como versos perdidos.
No quiero partir sin antes haber amado
cada instante vivido, cada abrazo entregado.
Despedirme no quiero, pues mi alma se queda
en cada rincón de este mundo, en cada pradera.
Despedirme no quiero, mas sé que un día
habrá de llegar el momento, la hora tardía.
Entonces partiré, con el corazón sereno,
dejando en cada paso un eco de mis sueños.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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