domingo, 20 de marzo de 2016

DOMINGO DE RAMOS






I

Sigues cayendo hacia mí, como una hoja, como la lluvia en la cara en una mañana de invierno. Sigues descendiendo como un ángel, esos de las historias que me contaba la abuela, esos que me guardan de noche y de día. Sigues el camino de mis besos, los besos de carne empapada de ganas de ti. Sigues construyendo esta conexión de cuerpos y de espíritus, de caricias tibias, de besos suculentos, de temblores casi místicos, de luz y de calor.

II

Quiero recorrer tu mundo. Navegar en tus océanos lavando en tus fluidos mis heridas, flotando entre tu mar y el universo. Quiero serpentear en tus ríos dejándome llevar en medio de tu selva, buscando con mis labios calmar mi sed de tus manantiales. Quiero morir y renacer en ti, una y otra vez, piel a piel, en oleadas de amor y de deseo.

III

Manos que abren caminos. Tiempo que se congela para darle paso a los sentidos, fuerza que rodea y domina. Cuanto tiempo esperamos este encuentro, estas formas que se acoplan como hechas las unas para las otras. Líneas y curvas en un solo espacio rompiendo las leyes de la geometría. Manos que descifran senderos, bocas que se cuentan historias sin pronunciar palabra alguna, ya no hay límites, todo es armonía. Todo fluye como arboles mecidos por el viento, como tu aliento y el mío, como la luz reflejando nuestros cuerpos.

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