martes, 9 de febrero de 2016

AMOR A PRIMERA VISTA



Desnuda, frente al espejo, mira con atención cada rincón de su cuerpo. La redondez de sus caderas, sus muslos frescos, sus glúteos duros, su vientre terso.


Es una hermosa mujer y lo sabe. Sentada frente al espejo observa con orgullo su cuerpo desnudo. Sujeta sus pechos con ambas manos y apreta suavemente los pezones; su cuerpo incitado, humedeció su sexo en el acto.


Conoce cada parte de sí, cada pliegue, cada lugar. Le encanta mirarse y sentirse, disfruta el lenguaje de su cuerpo.


Circunda el clímax con sus ojos y se humedece con sus recuerdos. Su mente revuela en las evocaciones de otros tiempos o en las ideas que pasan por su cabeza en algunos momentos; su cuerpo tiembla y su boca pretende repasar un beso.


Sacó del álbum de vivencias lo que mejor le pareció y lo mezcló con sus deseos, una deliciosa amalgama de sabores, sensaciones y de sueños.


Más hembra que nunca, tocó su sexo, sacó de sus instintos un ajuar de aventuras y placeres que nunca se atrevió ni siquiera pensar y que su cuerpo no había logrado tener en la realidad.


Cerró sus ojos y se dejó llevar por un placer que recorría sus entrañas y que inundaba su cerebro. 

Rozaba ligeramente su clítoris con las yemas de los dedos, apretaba sus muslos, pronunciaba palabras que ni siquiera se había atrevido a murmurar en presencia de nadie. Y sus dedos instantáneamente se aceleraban, en círculos cada vez más amplios, cada instante más húmedos, cada vez más profundos…


Abrió sus ojos y se observó sonreír. Aún con el aliento acelerado, con su corazón latiendo en su garganta y la mirada perdida, se enamoró de su figura en el espejo.

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