martes, 23 de septiembre de 2014

CARTA No.5



Mujer.

Podría escribir un libro solo con las descripciones de tu cuerpo. Me sé de memoria cada parte de ti, cada pliegue, cada curvatura, cada valle y cada elevación, porque las he recorrido con mis manos, con mi lengua y lo que es mejor con mi mente. Toda, poro a poro, hasta me sé el número de lunares en tu piel.

No me canso de decirte cuanto me haces falta. Estos últimos días han sido de un frío dantesco, me he visto obligado a llevarme a la cama una bolsa de agua caliente y a dormir con pijama (me imagino tu carcajada cuando leas esto). Dejaste tus pendientes en el nochero del lado en que duermes, cuando duermes conmigo. Los he colocado junto a mi cuaderno de notas para tener algo tuyo cuando escribo, acabo de darme cuenta que no tengo nada tuyo, solo los recuerdos.

Los últimos poemas que he escrito son oscuros, en ellos no he podido reír como reímos cuando estamos juntos, tal vez el clima también pesa sobre las letras. Mi cuerpo sobrevive de lo que me dejas cuando vienes, me caliento de tu aliento, sobrevivo de lo que me queda de tu cuerpo. Mis manos escriben porque aun retienen la curvatura al final de tu espalda, redondez que se explaya en tus piernas, mi boca solo habla porque aun tiene el sabor de tus labios, de todos tus labios. Mi cuerpo se llena de ti por partes, con todas las partes de ti, no seria posible vivir sin ese ritual de cada día.

Toda mi vida esta inscrita en lo que sé de ti, escribirte por ejemplo es revivir esos momentos, es ampliar esas palabras, es reencontrar los silencios para poder tenerte a mi lado así sea a cuenta gotas.

¿Sabes una cosa?  No he podido salir desde ayer, mis males se acentúan con la pena, la noticia de tu demora y la muerte de mi perro han logrado hacerme enclaustrar, me hace falta la miel de tus ojos para quitar este sabor amargo en mi boca, me hace falta la tibieza de tus muslos para abrigar mi triste cuerpo, necesito de ti. Nunca hubiera creído que mi existencia estuviera tan ligada a alguien más que a mí.   

Cuanto espero que el sol vuelva a salir en el momento preciso en que abres los ojos y me miras sin decir nada pero diciéndolo todo con tu sonrisa pícara. No me conformo con tu recuerdo, no; al contrario me lleno de angustia en la medida en que se acerca el día de tu regreso, pero esta vez has cambiado el calendario de mi angustia aplazando mi alegría unos días más.  

Vuélveme a escribir, me gusta la forma en que lo haces, esa cadencia que me recuerda el sonido de tu voz, leerte es parte de mi alegría y además quedará guardado como un tesoro en una cajita de madera que mandé a hacer esta mañana para eso. Pero no dejes de llamar, ese color de tu voz me ilumina la vida, al menos hasta el día en que pueda decirte mis besos en tu boca y recrear mi memoria repasando tu piel centímetro a centímetro.

Por ahora sigo esperándote, abrigando mis pies fríos con una bolsa de agua y mi boca haciéndose agua por tu piel.

CARTA No.4



Mujer.



Te escribo aunque duermes placidamente en mi cama. Parece mentira poder extasiarme de tu esencia. Hace unos días mientras caminaba por la ciudad pensaba en un momento como este, tu rostro sereno iluminado por la luz de la luna que irrumpe en el cuarto, las sabanas que medio cubren tu cuerpo desnudo, la ropa tirada en el piso como si hubiera entrado un huracán.



Ayer mientras bailábamos y reíamos descubrí que cerca estamos los humanos del verdadero cielo, como la eternidad esta formada de pequeños momentos, como la juventud eterna se plasma en pequeños recuerdos que luego uno pasa como trozos de película añadidas según el momento. Que felicidad me has dado, igual que en este instante en que te veo enredada en las sabanas, escuchando un tranquilo y leve ronquido que inunda mis sentidos y me hace sentir tan seguro. Al menos por estos segundos, porque la seguridad no existe y es más no debería existir, mucho menos al amar.  La seguridad corroe la imaginación y mata lentamente esa hermosa manera de enamorar.



Me doy cuenta mirándote dormida, repasando estas últimas horas, hilvanando con miradas y caricias lo que puedo decirte en estas notas o mañana apenas despiertes, que te amo porque nunca has sido mía, porque a pesar de amarnos de esta desaforada manera, jamás nos hemos adueñado el uno del otro.  Sin embargo dudo que hayamos sido tan felices antes o que lo seamos después de que nos dejemos de encontrar en noches como estas o en las tardes en las que apenas nos saludamos en medio del bullicio de la gente que ni siquiera imagina cuanto amor, cuanta pasión, cuanta seducción destilamos tú y yo.



Amo esta imagen, amo tu ropa tirada en el piso de mi cuarto, amo este olor a sexo que se impregna en las paredes, amo tus ronquidos que inundan el silencio, amo tu desparpajo de niña malcriada que me enredó en ti desde el primer momento en que nos vimos. Amo sentarme a escribir desnudo con la luz de la luna como foco, con las palabras aun humedecidas por los jugos de nuestros cuerpos, con ese ímpetu que me imprimes cada vez que nos vemos.



Voy a regresar junto a ti en este momento, voy a hacerte el amor mientras dormitas para poder quedar dormido en tus brazos, atenazados, fundidos en un crisol de pasión que me permita, al menos este resto de noche, dormir tranquilo, apagar mi cerebro unos segundos para descansar.


Amor, cuando leas estas notas, tal vez, lo más seguro, es que estés lejos otra vez. Entonces estaré extrañándote de nuevo. Entonces entenderás que feliz me has hecho aunque el precio de esa felicidad es ese vacío de no estar contigo. Yo te extraño siempre, así el ruido de la ciudad oculte este silencio en el que me sumo cuando te extraño, así el licor me haga dormir cuando me emborracho recordando tu imagen, así las carcajadas que retumban cuando hablamos por teléfono digan otra cosa. Te extraño porque te amo y te amo porque te puedo extrañar.

lunes, 22 de septiembre de 2014

CARTA No.3



Mujer.



Que dirían de mí mis enemigos si supieran cuanto nos hemos amado estos últimos días.  Cada momento, cada palabra, cada caricia son dignas de una envidia que les carcomería los tuétanos.



Este estado de enamoramiento es un ensueño, una forma de vida que deberíamos tener todos, más allá de la posición social o el estatus del poder. Esos momentos contigo me inyectan la fuerza y la juventud para poder seguir luchando cada día, día tras día. Ayer apenas te fuiste comencé a extrañarte, comencé a tener ganas de ti, comencé a padecer el síndrome de abstinencia de ti. Eres mi mejor adicción, más fuerte aún que cualquier narcótico. Pero como cualquier adicción se sale del control y produce cambios fuertes de ánimo. Acuérdate de cómo reíamos ayer entre las sábanas, hoy en cambio he llorado un par de veces.



Imagínate, un hombre de mi edad acurrucado en la cama, tapado de pies a cabeza y llorando desconsoladamente por tu ausencia. Pero recupero la felicidad con el olor de tu cuerpo en mi almohada, con el color de tus ojos grabado en mi retina, con el eco de tu música en mi cerebro.



Eres lo más hermoso que he podido vivir en esta y otras vidas, la reencarnación de mi amor platónico y de la mujer que amé hasta la muerte, así como de cada mujer que me hizo tener los primeros sueños eróticos en cada una de mis vidas anteriores. Eres el ciclo reescrito una y mil veces en la espiral del tiempo, mi compañera de luchas clandestinas, mi amante furtiva, mi mujer y mi amiga. Por eso nos conocemos tanto, por eso nos amamos tanto, porque la memoria de nuestros cuerpos y el recuerdo del alma se despiertan cuando nos encontramos. Una y otra vez, por el eterno viaje del universo.



Haces que ponga en duda tantas cosas hechas y que me anime a emprender tantas cosas nuevas,  creando un extraordinario derrotero de vida que me mantiene en una felicidad pueril, como si hubiera recuperado toda mi capacidad de asombro y de creer. Eres mi nexo con la fe,  tal vez por eso cada momento contigo es un ritual, una conexión con mis ancestros y los dioses de mis padres.  Me tienes sumido en el misterio.



Vive tu felicidad amada mía, vive de la luz y el aire lejos de mí hasta que vuelvas, recárgate de esa felicidad que me embeleza. Yo esperaré tratando de controlar esta impaciencia y tendré para ti mis versos inconclusos porque solo tienen razón de ser en tu cuerpo.  



Te amo a través del tiempo y por todo el tiempo que me falte hasta que retorne de nuevo la vida a mis entrañas.

CARTA No.2



Mujer.



Esta tarde volvimos a encontrarnos, que feliz me ha hecho verte de nuevo. Y aunque no pudimos darnos el abrazo y el beso que esperábamos, sentí que el calor regresaba a mi cuerpo.



Hoy descubrí cuanto me haces falta, lo he entendido con lágrimas en los ojos. Ni yo mismo alcanzo a razonar cuanto me haces falta. Ayer por ejemplo estuve escribiendo para ti, pero al verte se me olvido todo. Quede sumergido en ese halo de tu personalidad, en esa risa que me hace vibrar en tu frecuencia, en esas manos que mueves como bailarina de ballet y que rompen el aire cuando hablas.



Te decía que me olvidé de entregarte mis escritos, pero fue como si lo hubiera hecho, porque nada de lo que plasmo en estas letras es diferente a lo que vivo. Son mis ojos los que te escriben, son las puntas de mis dedos, son mis papilas y mi olfato. Sólo falta mirar como me trasformo cuando estás a mi lado. Todo está escrito en mí cuando te veo.



No fueron más que unos minutos, tal vez una hora, pero me has dejado lleno de ti. Quedé embargado en tu perfume, volando como si fuera un satélite en torno tuyo, mi mente queda atada a ti cuando te miro, cuando te escucho, cuando percibo cada parte de tu ser.



Como mueves tus labios, como pronuncias las palabras que retumban en mis adentros, como luce tu piel canela, tu pelo negro, tus ojos de miel, tus labios carnosos, tus muslos bronceados.



Y entonces me capturas en tu mundo, en toda tú, en tu elocuente descripción de la vida, tu risa música, tu mirada coqueta y la caricia soterrada que me das delante de todo el mundo y que sólo tú y yo la entendemos en todas sus proporciones. Toda la pasión está en nuestros encuentros así no terminemos en la cama.



Ahora, aquí sin ti, pero con cada parte de ti en todo mi cuerpo, te escribo esta nota. Pienso en todos los momentos que has vivido a mi lado, aún estos en que no te tengo junto a mí, pienso en como me vuelves loco, como me haces desearte.



Quiero hacerte el amor con la fuerza que impulsa tu mirada, con las ganas que genera tu sonrisa, con el deseo inatajable que inventan tus pechos izados bajo tu blusa de seda, con las ansias que inspira la marejada de tu piel rozando mi piel.


Amor mío, espero volver a verte, ojala volver a estar contigo la noche completa, recibe estas letras que fluyen de mis manos y quieren llegar a ti hoy y siempre.

CARTA No.1


Mujer .


Pensarte es parte del ejercicio diario para no perderme en esta bruma, sentir en mi piel la caricia que viene tras el tiempo a calentar mis helados huesos y a despertar mis ganas de vivir a pesar de lo vivido.


Claro que me aflijo al sentirte lejos, claro que me duele pensar que estás al borde del olvido. Decir que quiero olvidarte es más que vano increíble, más que una frase de cajón un inoportuno pensamiento; porque si te olvidara alguna vez, tendría que olvidarme más aun de mí. Es más el olvido de los detalles el que me duele, porque esas pequeñas cosas que me enamoran de ti pueden perderse con el tiempo; el color de tu pelo al salir del baño matinal, el olor de tu boca después del primer sorbo de café, tu piel bañada en vino y el timbre de tu voz aniñada cuando quieres que algo se haga a tu gusto.


Tu imagen es como una llama que me envuelve y me encanta dejarme abrigar por ella, es que su calor y su luz son una tentación imposible de evitar. No puedo apartarte de mí, no quiero apartarte; al contrario, cada día te necesito más, al punto que me desgarra tu ausencia.


Ven a mí, acércate más para que me des calor, déjame escuchar mi corazón acompasado con tu respiración, ilumina estas noches oscuras con el brillo intenso de esos ojos que cubren y descubren cada parte de mí y de mi alma.


Quiero sentir como me aprietas con tus brazos y tu piernas mientras amas, como tiembla la tierra cuando te apoderas de mí, como caigo en un sin fin del tiempo y el espacio, cuando respiras en mi oído. ¡Quiero estar vivo! Porque no hay muerte más espantosa que sentirte lejos, es como una vida prestada, una existencia incierta y banal que no me pertenece.


Sí. Soy consciente de que te necesito, lo quería para mí, pero debo confesarlo a voz en cuello: Te necesito, te extraño, te deseo.


Quiero verte, sentir de nuevo el suave roce de tu piel, saborear tus labios con esa pasión que me haces sentir y que explota en mí desde un fondo telúrico y primigenio que no había descubierto en toda mi existencia. 


Pero aun mis ansias y esa egoísta forma de amar que tenemos los humanos, yo quiero por siempre que seas libre. Nada ni nadie debe quitarte tu libertad, pues eso es lo que más amo de ti. No dudes jamás en dejarme cuando sientas cualquier yugo o cadena, pero regresa de cuando en vez a mirarme en este encierro, a visitarme en esta cárcel de recuerdos, en los que me sumí desde que te entregué mi corazón y desnudaste mi cuerpo.