lunes, 2 de diciembre de 2013

TARDE





Cuantas cosas te diría esta tarde si estuvieras aquí,
te diría por ejemplo,
que este sol calienta mi piel
como si fuera tu cuerpo el que me diera su tersura,
que el viento que sopla en mi rostro
me trae rumores y recuerdos.

Podría decirte además,
que aquella mujer que contonea sus caderas
provoca mis sentidos por las tuyas,
en esta tarde en que todo es tan lúbrico.

Que el color de las frutas tan jugosas
me recuerdan tus labios, 
los de tu boca 
y de tu sexo,
así como el olor de las magnolias
me recuerda tu olor a tarde trémula
después de amarnos
hasta la luna llena.

Podría ser que te dijera también,
que en tardes como ésta,
aquí y ahora,
mi cuerpo desea detener su andar errante,
que mis manos quieren descansar en tus caderas,
que mis muslos evocan el suave sueño entre tus piernas
y que mi boca tiene sed de tus sabores.

Por otro lado
en una tarde como ésta,
mis ojos buscan afanosos
los lugares descritos en las antiguas escrituras,
aquellos de atlantes, dorados y amazonas,
lugares donde el amor es pan de cada día
y el placer en ti no es pecado ni es prohibido.

Y así, por cierto, en una tarde como ésta
aquí y ahora estar contigo,
escuchar tus palabras y tu mis letras,
tenerte, palparte, desearte,
mirarme en esos ojos mientras encuentras mi cuerpo
y hacernos el amor por la eternidad
de una tarde como ésta.

Jorge Narváez C.

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