lunes, 23 de diciembre de 2013

NAVIDAD


Esa mañana en la fila del desayuno cambio el turno de guardia por el de las 12 de la noche, pues si ya le tocó navidad en la montaña igual le da si la guardia es a las 12 del mediodía o las tres de la mañana.

Mientras limpiaba las botas sintió como si de repente hubiera regresado a la casa, así de tempranito, con el olor a leña y hojas mojadas, el café recién colado y el ladrido de los perros alegres y bullosos, como niños, como él hace unos años.

Al fondo un radio repite unas órdenes y todos se alistan de forma ordenada y acelerada al mismo tiempo.

Vuelve de nuevo a pensar en su casa, su mamá debe estar pelando las gallinas para la comida de esta noche, recuerda como lo ponía a pelar pollos en una olla de agua hirviendo, se imagina a su madre hablando duro y sus hermanas revoloteando por la cocina mientras él y su hermano menor pelan pollos con agua caliente… tararea en su mente la tonada de esa canción infantil.

Caminan en orden y en estricto silencio, el paso compasado es de alguna manera una melodía en ese camino fangoso.

Revive en su mente la risa de sus hermanas y la música a todo volumen en la sala de la casa, la foto de su padre en la pared con el vestido negro, su bigote arreglado y ese ceño fruncido que todos aciertan a decir que es el mismoque hace cuando esta pensativo, pasa su mano por la frente y espanta unos mosquitos, de paso se toca entre las cejas para asegurarse que es así, que su padre aún vive en esos pequeños detalles que sobreviven en él.

Pasa por sus recuerdos la primera vez que la vio llegar en el camión del trasteo, su vestido rojo y su rodilla izquierda raspada, sus ojos negros y su piel blanca.

Cada palabra que le dijo un par de años después las recuerda con absoluta exactitud, siempre tuvo esa habilidad para recordar detalles, para mirar cosas que los demás no miran y escuchar aquellas cosas que los demás no escuchan, así era con su madre, sus hermanos y con sus amigos, era solo cuestión de escuchar el tono de su voz o mirar los gestos para entender que decían más allá de las palabras. Por eso supo lo que ella le decía la noche en que la miro a los ojos después de la fiesta del colegio y sus mejillas pálidas se tornaron de un hermoso rojo que contrastaba con el brillo de sus ojos y el rubor de esos labios que beso por primera vez y de los cuales quedó prendado para siempre.

La llovizna se trasformó en diluvio, pararon un momento para sacar las capas plásticas pero es más un pretexto para tomar aire porque están empapados; una nube de vapor sale de cada uno de los cuerpos como el humo de un cigarrillo, las manos están arrugadas de la humedad y las botas rechinan a cada paso porque están llenas de agua. Si no fuera porque esa lluvia refresca la tarde y ese calor sofocante, que terrible seria caminar en medio de tanto barro resbaloso, con toda la ropa empapada.

Come un bocadillo y de inmediato se remonta a las tardes en la casa de su abuela tomando bocadillo con leche tibia, una taza grande para él, de esas de esmalte desportillado por el uso y por las veces que se le resbalaron a la vieja cuando lava y que ella, como siempre, encuentra la forma de echarle la culpa a su tía, porque “nunca hace las cosas bien”. Leche con bocadillo o leche con manteca de cacao para cuando estaba con tos.

Recordó la tibieza de las sabanas, el peso de la cobija, la dureza de la almohada que lo hizo renegar una y mil veces y las 62 tablillas de peine mono en el techo de su cuarto. En fin, se trasladó a su cuarto a sus recuerdos, el televisor que heredo de la sala, la grabadora que aun reproduce casetes, los libros, los posters y esa ventana desde la cual puede mirar la terraza de la casa de ella. Cuantas veces no se quedó por horas esperando que salga y verla tras la cortina intentando esconderse, cuantas veces lloró después que se marcharon y esa terraza era solo la soledad hecha cemento y ladrillos vistos.

La tarde cae y encuentran un rancho en medio de la nada en el cual son recibidos con el mismo miedo que en cualquier otra parte, el fogón encendido y los ladridos de los perros. Se dividen las tareas y él se echa bajo el alero del tejado a oír llover cerrando sus ojos. Duerme profundamente un rato hasta que lo llaman a ayudar a terminar de hacer un hueco, se toma un café recién colado así de caliente y como siempre lo ha tomado, sin azúcar. Así lo tomaba su papá, porque decía que el azúcar le quitaba la esencia al café y así lo toma desde entonces, su mamá le decía que por eso era tan amargo y malgeniado.

La noche se apodero del paisaje en segundos y se distribuyeron los puntos de la guardia, mientras tanto él se sienta en un banquito tallado en el tronco de un árbol, escucha los sonidos de la noche en la montaña; en el fogón se cuecen las arvejas con trocitos de cuero de cerdo y el arroz blanco que inundan el ambiente con su olor y con el hambre los estómagos parecen dialogar.

El agua sigue cayendo y un perro mojado se acerca al fogón y se sacude ante el grito en coro de quienes cocinan.

Las 12 y media, en su casa ya repartieron los regalos y deben estar tomándose una champañita, el vecino de la tienda seguro está en la calle con botella de aguardiente en mano, brindándole a todos una copa y su mamá seguro aun no ha dejado su lugar en la dirección de la cocina porque aún falta el plato fuerte, su hermano seguro estará en el cuarto jugando videojuegos y sus hermanas con sus cuñados estarán en la sala y en la puerta de la casa, mientras el sonido del equipo de sonido inunda cada rincón.

Piensa en que no debió dejarla ir sin despedirse, ese cuento de que era mejor así no se lo creyó ni el mismo, porque era mejor llorar delante de ella que hacerlo cada vez que la recuerda, busca entre uno de los bolsillos una linterna la cual enciende y la asegura en su boca, porque quiere mirar la foto que ella le regalo, la del mosaico del grado, busco entre sus bolsillos una bolsa plástica en la cual tiene sus documentos y empezó a buscar la fotografía, la encontró y la contemplo en entre sus manos cuando un silbido cerro la noche para siempre, su cuerpo quedó en posición fetal entre la trinchera y su cara pegada a la fotografía.




viernes, 20 de diciembre de 2013

PIENSO EN TI


Pienso en ti
me impregno de tu recuerdo
de tus imágenes
me entrego al ensueño

Estás en la memoria de mi cuerpo
de mis ojos
de mis manos
de mi lengua
en el olor del deseo



Cada minuto que pasa
te apoderas más de mí
con esa manera de amar
que hemos inventado
(reinventado mejor)

Sin restricciones
sin limites
sin tiempo ni espacio
que impidan que nuestros cuerpos
se fundan
se entrelacen
se empalaguen uno al otro

Es hora ya de dejar de recordarte
quiero una tregua de esos recuerdos
que los vuelvas realidad entre tus pechos
que estas ganas de ti cobren vida
en esos labios
con mis besos

Ya las palabras son una represa incontenible
y buscan el camino que las lleven
a ese desahogo arrollador
para llegar a ti como un torrente

Que mis manos que te buscan
al fin te encuentren
que mis ojos que adivinan tu presencia
sacien el hambre de tu imagen
reflejados en tus ojos

Pienso en ti
entregado por completo a tu recuerdo
con amor y con rabia porque no estás conmigo
con cada poro de mi piel en pos de tu figura
alerta los sentidos

Sin ti
pero cada vez más tuyo
negándome a perecer en el olvido
presagiando tu llegada
sin resignación ni abandono
con deseo y apetito

de verdad que te deseo
mis letras te buscan afanosas
cada palabra que murmuro mientras las escribo
recaen recurrentes
a tu cuerpo
a tus labios
a tu sexo
a tus latidos
Jorge Narváez C.





sábado, 14 de diciembre de 2013

AMADA


Como entender que el amor
no es un botín de guerra
porque el amor ni se gana ni se pierde
se  plasma en el alma
como la tinta en el papel
se impregna como el olor
del café recién colado

El amor es un poco de suerte
que lo encuentra a uno
en el cruce de una esquina
que se aparece en el brillo de unos ojos
o en el timbre de una voz
que uno siempre quiso escuchar

El amor amada mía
es el miedo de morir lejos de ti
es pedirle más tiempo a la vida
mirándote en las noches
en silencio

El amor amada mía
es escuchar con el mismo amor
tu risa y tus sollozos
esperando eso si
el momento de gozar de tus suspiros

El amor amada mía
no es alarde de grandeza
es el derecho de perder
y no quedarse
pero es también extrañar
un segundo después
de haber amado

El amor
he entendido
es la simpleza
de una gota de rocío
no una tormenta

El amor jamás nos ha pertenecido
somos nosotros instrumentos del amor
parte de la hermosa energía
que se lleva en el alma
como la vida y el silencio

La espera es parte del amor
por eso no me canso de esperarte
sin perder la costumbre
eso si
de tenerte ganas
de desearte
para que cuando regreses
podamos saciarnos
por un segundo o para siempre

¿Por qué no?…

sábado, 7 de diciembre de 2013

PLACER





Este poema, cuando termines de leerlo,

se convertirá en un lienzo de tu desnudez

disfrútalo, será como hacerte el amor con las palabras

desborda tu pasión en libertad

sin miedos, sin pudores enclaustrados por los años.



Cada uno de mis versos  será  un sello en tu piel

una caricia lasciva en tu memoria

lujuria que despierta en la lectura,

cada punto, cada coma, cada letra

como manos recorriendo tu figura.



Descansa aquí de tanta espera,

estimula tu cuerpo  con mis signos,

quiero que me desees a partir de lo que escribo

y escribir en tu pubis humedecido mis palabras.



Lee en voz baja este poema,

sube  con tu boca juguetona

por los muslos de estos versos,

hazlo como en el mejor de tus momentos

como una ruta al éxtasis y al cielo.



El olor de la tinta atrapando tus sentidos

como el olor del amor toda una noche,

 la textura del papel como mis manos

deslizándose por ti de punta a punta

y el sabor de mis palabras pronunciadas por tu boca.


Entre este texto encontraras más que lectura

mientras inhalas el aire que exhalas lentamente

así me hundo en ti con las palabras

y se extasía tu mente y la sangre de tu pecho.



Quiero  que imagines el mejor de los momentos

mis manos escribiendo entre tu cuerpo,

mi boca pronunciando tu nombre en cada línea,

mientras llegas a la luz letra por letra.
Jorge Narváez C.

DEL SUR


CINCO


lunes, 2 de diciembre de 2013

TARDE





Cuantas cosas te diría esta tarde si estuvieras aquí,
te diría por ejemplo,
que este sol calienta mi piel
como si fuera tu cuerpo el que me diera su tersura,
que el viento que sopla en mi rostro
me trae rumores y recuerdos.

Podría decirte además,
que aquella mujer que contonea sus caderas
provoca mis sentidos por las tuyas,
en esta tarde en que todo es tan lúbrico.

Que el color de las frutas tan jugosas
me recuerdan tus labios, 
los de tu boca 
y de tu sexo,
así como el olor de las magnolias
me recuerda tu olor a tarde trémula
después de amarnos
hasta la luna llena.

Podría ser que te dijera también,
que en tardes como ésta,
aquí y ahora,
mi cuerpo desea detener su andar errante,
que mis manos quieren descansar en tus caderas,
que mis muslos evocan el suave sueño entre tus piernas
y que mi boca tiene sed de tus sabores.

Por otro lado
en una tarde como ésta,
mis ojos buscan afanosos
los lugares descritos en las antiguas escrituras,
aquellos de atlantes, dorados y amazonas,
lugares donde el amor es pan de cada día
y el placer en ti no es pecado ni es prohibido.

Y así, por cierto, en una tarde como ésta
aquí y ahora estar contigo,
escuchar tus palabras y tu mis letras,
tenerte, palparte, desearte,
mirarme en esos ojos mientras encuentras mi cuerpo
y hacernos el amor por la eternidad
de una tarde como ésta.

Jorge Narváez C.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

HUMO



El humo cubrió todo el espacio, el calor del fuego en los dos pisos de abajo sofoca aún más. El pequeño espacio en el que se han apertrechado está totalmente cubierto de humo y polvo, el fuego cruzado resuena en el aire y evapora las paredes en un polvillo menudo que penetra los pulmones.

En momentos como este las disculpas valen poco, los si hubiéramos, sí que menos, cada momento trae su afán y en este es impedir a como dé lugar que la tropa alcance las gradas y el pasillo.

Avance escalonado compañero, se oye al fondo del pasillo, la ráfaga del M16 se estrella contra el muro del fondo y avanza entre los escombros hasta alcanzar la esquina, los gritos de alto el fuego son opacados por el estrepitoso estallido de las cargas de mortero y por los gritos amenazantes de los soldados que avanzan lento pero seguro.

Piensa en los “Cien años de soledad” en los que han sumido a la Nación, en la sociedad del miedo en que convirtieron al País y en la muerte selectiva de los líderes y dirigentes del pueblo, el mismo pueblo que está afuera, viendo por partes esta macabra novela por televisión.



Afuera está el resultado de esta siembra de odio, de rencor, de desesperanza, el “quemeimportismo” al que han empujado a nuestros jóvenes, el conformismo del “menos peor” en el que se debaten las urnas cada elección, el miedo hecho resignación, el cinismo disfrazado de intrepidez de los corruptos. Y sin embargo, queremos que eso se convierta en rabia popular, rabia organizada, rabia rebelde, que nos empuje a construir la sociedad nueva, el hombre nuevo…

Qué más da, estamos aquí y ahora, enfrenando el miedo y la resignación, si algún día fuera el pueblo el que mandara, el que por fin decidiera, si se cambiara este mundo ciego, sordo y mudo por un motón de gente decidiendo, cuidando, construyendo...



Mira hacia el frente, y dispara uno a uno los tiros de su proveedor cuidando de que no se acaben pronto, la tropa avanza, es cuestión de tiempo, de horas, tal vez minutos.

¿Y todo esto por qué? Porque nos obligaron a hacerlo, nos acorralaron, como han acorralado al pueblo durante tantos y tantos años, que ya no tenemos memoria. ¿Qué somos? ¿Inocentes o culpables? ¿Y a quién le importa? La justicia aquí representada por lo más granado del Estado de Derecho y nosotros que veníamos a hacer una demanda armada, por el incumplimiento sistemático, la mentira mediática y la guerra continuada a nuestro pueblo, vale “guevo”.


Convirtieron la Justicia en una ramera, en la meretriz de los más ricos, y lo que es peor en la puta barata de los nuevos ricos. Convirtieron este lugar emblemático de justicia y de leyes, en el lugar en el cual pueden encontrar, por un módico precio, todo lo que puedan comprar.



Se oye un grito en el fondo del lugar: “DAME LA EME….” A lo cual responde sin vacilar y con la fuerza del alma y el corazón: “EMEEEEE”


¿Qué pensaran mañana mis hermanos sobre esto que está pasando ahora? ¿Qué pensaran mis compas? Les mando un abrazo, donde quiera que estén, un abrazo reafirmando esta cadena de afectos que hizo posible que podamos entender, que el amor es la certeza de la vida.

Un zumbido taladra en su cerebro, la nube de humo y polvo lo ciega, el estruendo lo obnubila y el silencio siguiente lo ocupa todo; de las gradas emergen botas negras, pazos fuertes gritos e insultos. No alcanzó a decir nada, solo escuchó cuando dieron la orden: “De aquí no queremos ni un solo detenido”


sábado, 2 de noviembre de 2013

PARAISO


COMIENZO Y FINAL DE UNA HERMOSA MAÑANA…

         I





Algo cambió en ella esa tarde mientras estuvo frente a la puerta de su casa disimulando sin disimular la tensión de aquel momento, sintió un cosquilleo en todo el cuerpo, sintió miedo, curiosidad, sintió deseo, un deseo que hervía en sus entrañas.


Algo cambió, sintió por primera vez esa atracción aparentemente inmotivada. Aquel hombre que pasaba todos los días frente a su casa, hombre ya, la miraba fijamente cada vez que ella pasaba y hoy ella también lo mira con sus ojos transparentes reflejando la candidez de su inocencia.

Decidió salir con él, hablaba de cosas que no entendía, la Universidad, la música… Y temblaba cada vez que la miraba a los ojos, entonces en un desliz casi involuntario recibió su primera caricia, descubrió como comenzó a despertar su cuerpo y enseguida el primer beso. 

Esa noche en su cuarto de niña se desnudó lentamente ante el espejo, acariciándose ante la luz de la luna plateada. Un fulgor de manzana a punto de caerse de la rama ilumina sus mejillas, una lágrima recorre su carita y se siente desamparada. Abraza con fuerza su oso de felpa y se pregunta si ese es el hombre de sus sueños.


II



No importó el miedo, se dispuso a aceptar la invitación, se cambió el uniforme del colegio y se vistió de prisa pues la cita estaba concertada. A pesar del abismo que sentía en sus entrañas bajo las gradas pensando en que decir para salir de casa, la verdad no dijo nada. Recorrió los catorce escalones y los doce pasos hasta la puerta de entrada, apretó la chapa y como autómata salió sin decir una sola palabra.



Observó una vez más la ventana de su casa. En el fondo quería que alguien, no importaba quién, saliera y le dijera que no salga. 

En su hermoso rostro de niña se dibujo sin embargo, una enorme tranquilidad. Abordó el auto del sujeto que la esperaba hace mas de media hora, un beso simple de saludo y un enorme silencio; emprendió su camino zigzagueante por las calles de la ciudad, aspiro el aroma del desodorante del auto, el olor de la colonia y le molestó el hedor a gasolina, sintió una nausea pasajera, un vacío en el estomago.

Encaminó sus pasos en absoluto silencio, ni siquiera alzó la mirada para darse cuenta de la escueta fachada de aquella casa, espero que llenara los datos y recibiera la llave, subió tomada de su mano sin decir nada y sin decir nada él la condujo dentro de la habitación. Se movió lentamente y lo miró crecer a medida que se le acercaba, entonces lo vio reclinarse hacia ella y sintió como sus manos lentamente, uno a uno, desabrochaban los botones de su camisera de flores. Le soltó el pelo, le quitó las medias y la tendió suavemente sobre la dura y fría cama de ese extraño lugar. 

Solo un beso... Dos manos se posaron en sus senos virginales y tibios y lo demás fue solo un brusco empujón en sus costillas. De sus ojos brotaron dos lagrimas y se sintió escalofriada y desnuda, se sentó al filo de la cama y comenzó a vestirse sola, sola y en silencio. Ese no es, ni será el hombre de sus sueños.


Jorge Narváez C.

lunes, 28 de octubre de 2013

CONFESIÓN


                     
 I



Anoche no pudo dormir de nuevo, su cuerpo hervía a pesar del frío, no sé qué hacer Padre. No sé qué hacer. 





A veces pienso que está drogado o lo que más miedo me da, que esté embrujado.


En ese cuerpo de hombre, cuando duerme se despierta un niño, un niño asustado que quiere alguien quien lo proteja, alguien que pueda defenderlo de la oscuridad. Sabe Padre, él llora por las noches, en sus sueños solloza, me abraza y se me apega con fuerza, siento como tiembla, como suda de miedo, entonces lo acaricio le beso su frente, lo arrullo en mis brazos, le tomo sus manos y lo abrigo… 



Claro está que él siempre hierve Padre, hierve como un bebe afiebrado y entonces cuando estoy a punto de dormir grita y me muero de miedo Padre. De verdad que no sé qué hacer.

Creo que un día de estos no voy a aguantar más, ese hombre al que todos temen en la mañana, su escolta, la gente que él mira con tanto desprecio, sus jefes que tanto lo respetan; no saben lo frágil que es y por eso Padre, creo que él me tiene en esa casa. 



Tan linda mi casa, cierto Padre, tan linda con tantas cosas nuevas y hermosas, cualquier mujer estaría orgullosa. Pero yo no Padre, yo vivo con miedo, miedo a sus enemigos, miedo a sus amigos, miedo a él Padre.

A veces quisiera que no despertara, que se quedara allí en mis brazos, que no abriera más los ojos y al fin yo pudiera huir de esa casa tan linda, tan grande, tan lujosa; esa cárcel de la que solo puedo salir cuando vengo para acá o hacer las compras, siempre acompañada, siempre custodiada Padre. De verdad que no sé qué hacer.



II

Ayer lo fueron a buscar temprano, su escolta durmió en la puerta otra vez, ni siquiera amanecía cuando salio.

Yo no pienso, ya no quiero hacerlo. Para que ¿no cierto Padre?

Para que me pongo en eso si él solo está haciendo lo que es su deber; como él dice. 

No es que sea tonta, como ellos creen, es solo que no quiero pensar, no quiero llorar más.

Padre ¿de verdad usted cree que existe el cielo? ¿De verdad usted cree todo esa sarta de pendejadas que les dice a sus feligreses?

Perdone Padre porque la verdad yo no creo que usted sea tan pendejo de créelas, me decepcionaría. 

Así como yo me hago la pendeja cuando me piden que me vaya a traerles otro wiskicito, otra picadita, o como la otra noche Padre, que me mandaron a buscar un número telefónico en el directorio… ¡por Dios! Padre, era menos ofensivo que me hubieran mandado a ver si la marrana puso.

Perdone Padre, es este sofoco de la tarde, que días tan raros, tanto calor en las tardes y tanto frío por las noches; eso debe ser una señal divina o solo el calentamiento global, pero veía la otra noche en uno de esos canales que uno descubre en la soledad, que estos cambios de temperatura acabarán con esta maldición del mundo que somos los seres humanos. Porque somos una porquería, los seres humanos somos una mierda, un virus para el planeta. Padre ¿usted todavía cree que somos hechos a la imagen y semejanza de Dios?

Oiga Padre ¿usted todavía cree?



III

¿Escuchó las noticias?

Para que le cuento más. ¿Será que la gente puede aguantar más el miedo? A veces pienso que el día que escuche un grito de rebeldía en la calle, un solo grito Padre, ese día yo seré capaz de largarme de una vez por todas de esa casa.

Pero le preguntaba si escuchó las noticias… que pesar a la Martica la conocí en el colegio, fuimos compañeras desde la primaria; todavía me acuerdo que fue la primera amiga que tuve, hasta fue su primera novia antes de que me convenciera con sus frases rebuscadas y su risa pegajosa y para que Padre tiene su porte, es lindo por fuera.

Ella me dejó de hablar por él, los domingos cuando por obligación me la topaba en la plaza ella se hacía la que no me veía y yo, por encima de mis acompañantes la miraba con la esperanza de que su rencor se terminara de repente y pudiera acercarme y por fin tener un ser con quien compartir esta soledad; no es que me disguste hablar con usted, pero hay cosas que solo se cuentan entre mujeres.

Padre ¿de qué hablan los hombres en un baño? Porque nosotras si tenemos muchos temas, muchas cosas que hablar en las cuatro paredes de un baño; la otra tarde en un programa de radio estaban llamando a comentar sobre lo que hablamos las mujeres en un baño. 

Me gusta oír radio en las tardes, me acuerdo de mi mamá, ella se pasaba tardes enteras con su radio, yo escuchaba sin atención porque me gustaba encerrarme en mi cuarto a ver televisión o a hablar por teléfono con mis amigas del colegio… Pero ahora me pasó tardes enteras oyendo los programas de variedades o escuchando música, sabe Padre, me gusta la música vieja hasta me he aprendido la letra de un par de canciones, esas canciones que mi papá silbaba mientras trabajaba.

A Martha la encontraron en el botadero, como a los otros dos. En la radio dijeron que era un asesinato por celos.

De nuevo Padre, esa es otra ofensa a la inteligencia y es peor que la de la marrana.

Padre ¿Será que algún día la gente deja de sentir tanto miedo y mira por fin lo que todo el mundo ve?


IV


Vea Padre ¿no hay nadie afuera?

Claro que me costó un trabajo impresionante escaparme. Aquí me gusta porque es un lugar donde todo el mundo me ha visto pero nadie espera verme hoy. 

Si, el otro día leía sobre un comandante guerrillero que decía que la mejor manera de esconderse era estar donde todo el mundo lo ve, por eso me vine aquí y espero no le dé más molestias Padre.

Cuantas veces le dije que no sabía qué hacer ¿se acuerda Padre? 

Pero por primera vez en todos estos años supe que hacer, fue como si me iluminara, como esos momentos en las películas en que un ángel se presenta y dice que hacer, por donde ir o que decir, asimismo me sentí.

Creo que de todos los años que viví junto a él esta fue la primera vez que lo miré a los ojos; al menos así, sin miedo, con decisión. No aguanté más.

¿Ahora?

Pues Padre que le digo, no sé si hubiera sido mejor apretar el gatillo, eso no debe ser tan difícil. Usted sabe que el que a hierro mata… así dice la Biblia, ¿cierto?

Pero me voy llevándome lo que él más quiso en los últimos dos años.

Sabe Padre, no es venganza, no estoy haciendo como esas viejas que quieren utilizar a un inocente para vengarse de su amante o su marido y terminan haciéndole daño a quien menos tiene la culpa. No, no me quiero vengar de él, quiero más bien dicho, es salvar a mi hijo y de paso salvarme. 

Esta ciudad es grande pero es muy pequeña para esconderme, me tengo que ir lejos, por eso estoy aquí Padre.

Tranquilo Padre no me voy a demorar… pero ¿No ha de querer que me vaya sin que me escuche en confesión?


V


Raro; de todos estos años es la primera vez que vengo a confesarme, la verdad no es que lo crea necesario; pero ya que estoy aquí, frente a usted con esa cara de… perdóneme Padre, pero es que a mí los hombres cobardes me dan repulsión.

Padre ¿Usted cree que él lo va a matar por esconderme?

Tal vez, yo creo que si me quedo lo va a terminar matando, porque a pesar de no ser tan creyente como usted lo espera, solo hay algo que le pido a Dios todos los días desde que supe que estaba embarazada: que mi hijo tenga los mismos ojos verdes que el papá… y allí sí que él lo va a matar Padre, por diosito lindo que lo va a matar.

Por eso es mejor que me vaya lejos, porque usted no ha de querer irse con migo ¿cierto Padre?